Reforma Laboral: el problemático caso de la mochila austriaca
Será un clima de época, o será la importancia y verdadera necesidad de debatir, abrir o terminar cerrando ciertas discusiones e ideas en torno a reformas laborales y tributarias en Argentina.
Puede ser este argumento, o quizás no, pero la realidad es que llegando a las elecciones de octubre y cumpliéndose casi 2 años de gestión de Cambiemos a fines de este año, la agenda está marcando que próximamente se dará este debate (y ya se está dando).
Parece que la rueda gira y la temática se repite como se dio a fines del pasado siglo XX, cuando el ex presidente Carlos Menem quiso ir adelante con una reforma laboral hacia 1998. Reforma que luego sería tratada en el Congreso ya durante el gobierno de la Alianza y presidencia de Fernando De La Rúa, y que terminó con el escándalo de las coimas en el Senado y la denuncia de Antonio Cafiero (Alianza) de sobornos a Diputados y Senadores para que se apruebe la reforma.
Aquel hecho fue uno de los tantos detonantes finales para poder ver la épica escena del ex presidente de la Nación escapándose en helicóptero de la Casa de Gobierno.
A modo introductorio, y teniendo en cuenta que el debate por una reforma laboral se retoma nuevamente, el objetivo de este artículo es comentar brevemente un caso de reforma laboral europeo y el resultado del mismo: la mochila austriaca.
En el mundo de las reformas, el caso de la mochila austriaca
La mochila austriaca, como así se la denomina popularmente en los casos de estudio, es un sistema de indemnización por despido que acompaña al trabajador. En lugar de que la empresa indemnice a su empleado por el despido, cada trabajador o trabajadora tendrá de por sí, y de manera previa, una cuenta individual que lo acompañará a lo largo de su vida laboral.
Si se cambia de empresa, está cuenta lo acompaña, y puede usar el dinero “ahorrado” ante un despido o ya durante la jubilación. Es decir, que es de propia administración. Es como un fondo de jubilación pero multitask.
Desde el lado del trabajador, la medida tiene la idea de fomentar la movilidad (mucha gente no se cambia de empresa por llevar muchos años en un mismo sitio, por lo tanto, para no perder el monto de la indemnización). Tampoco se puede generalizar, porque hay casos en que esto no sucede así, habrá otros que sí, y también hay que tener en cuenta que este es un modelo que se pretendió vigente por al menos 40 años (1940-1980). El cambio de cultura no se logra de manera tan fácil como se pretende, o al menos, no debería hacerse de manera forzada.
Por el lado del empresario, la medida tiene la idea de fomentar el empleo, el nivel y flujo de contrataciones ya que directamente fomenta el ahorro en el empresario, los costos de un trabajador son menores, tanto en el despido como en el empleo.
Tengamos en cuenta que los “costos laborales” son justamente percibidos en la idiosincrasia que sustenta la teoría como gasto y no como inversión, por eso mismo lo nombran “costos laborales”. En la “planilla de almacenero” no hay que mezclarlo con la tasa de ganancia. En los cambios de paradigma, los gastos son los primeros en la lista para bajarse, al menos para poder mantener en los mismos niveles la tasa de ganancia a lo largo del tiempo.
Una de los principales problemas que podría tener un caso así aplicado a la Argentina son las enormes tasas de informalidad que actualmente tiene el empleo en todo el país. ¿Quién abre la cuenta personal, el estado o el propio empleado? ¿Se educa, se capacita y se enseña desde edad temprana para la auto-administración? ¿Hay inclusión financiera en la Argentina?
Está claro que tomar modelos Europeos o de otros países es útil, sirve como referencia y puede brindar buenas ideas y soluciones (tomar modelos de Israel, Nueva Zelanda, Australia, Europa Central, etc.), pero será necesario saber adaptarlo a los contextos particulares, ya que difieren abismos. La función del Congreso como institución, y el debate de todos los bloques políticos cumple un rol fundamental.
¿Cómo se financia la mochila austriaca?
Para dotar este tipo de fondos de capitalización hay tres opciones: o lo paga la empresa, o lo paga el trabajador o lo paga el Estado. Puede haber opciones mixtas, en ese caso es una opción moderada ya que no deja aislado de responsabilidad a ningún sector.
Si lo paga la empresa significa elevar los costos laborales. Eso va a contramano justamente del debate que se plantea, y la iniciativa de la mochila austriaca.
Por otro lado el fondo lo puede pagar el trabajador, pero esto significa bajar los sueldos para todo el mundo, y meterlos en una cuenta que no pueden tocar hasta que sean despedidos o se jubilen. Este caso, dependiendo de cómo esté la economía en general, significaría caída del salario real en tanto capacidad de compra. Una medida bastante impopular y algo paternalista (como no sabes ahorrar, buscamos maneras para que lo hagas).
Y por último, lo puede hacer el Estado, aumentando o administrando mejor la parte del PBI que se destina a la cuestión social: parte de lo que se destina a planes sociales, AUH, etc. El problema es cuando se tiene un déficit grande en Seguridad Social o los objetivos del gobierno de turno son recortes en el gasto público y bajar el déficit. Hay que ver de dónde se recorta.