Argentina: nociones para una agenda del mediano plazo
“Herencia” Económica
Entre la catarata de desastres económicos que nos dejó la década ganada, los economistas estamos muy preocupados por una, de carácter estructural, sin solución en el corto plazo.
Si una economía se cierra “mucho”, eso conduce a atraso tecnológico, menor productividad (es decir, menores salarios reales) y mayor inflación. Eso sería “vivir con lo nuestro”.
Si, en cambio, se abre “mucho” y/o mal, “a lo Rambo”, como en los 90, quiebran industrias y aumenta el desempleo (gracias a la Convertibilidad quebró un tercio del parque industrial y el desempleo se duplicó de 6% a 12% entre 1991 y 1994, pre-Tequila, pese a u boom de crecimiento económico –caso inédito).
¿Qué hacer? La tercera vía para Argentina se llama “comercio administrado”
La unión europea, antes de ser una unión aduanera (es decir, antes de liberar por completo aranceles), tuvo 50 (CINCUENTA) años de comercio administrado. Otro excelente ejemplo es el acuerdo automotriz en el Mercosur.
Se trata de acuerdos comerciales en donde si bien el comercio no es estrictamente “libre”, se produce un nivel de apertura comercial que aumenta el bienestar económico en ambos país. Hay complementariedad, y no sustitución. Por ejemplo, Argentina le exporta a Brasil camiones y pick ups, y Brasil exporta autos baratos (Gol, Corsa, etc.).
Toneladas de literatura muestran que la apertura comercial, dada bajo ciertas circunstancias de equidad entre ambos países, mejoran tanto el comercio entre ambos como el producto en cada uno de ellos, es decir, mejoran el bienestar, un óptimo paretiano.
El problema es de la economía Argentina
¿Cuál es el problema que enfrenta Argentina hoy para abrir su economía al mundo, en condiciones favorables o equitativas, como las del Mercosur o las de los países de la CCE?
Para que haya “libre comercio” (o comercio administrado), no puede haber grandes asimetrías en ciertos aspectos de las economías que comercian. Si no, hay (des)ventajas comerciales. El problema es argentino. Argentina tiene
- un fenomenal atraso cambiario,
- una presión impositiva muy alta,
- un enorme costo logístico (fundamentalmente en transporte), y
- un altísimo costo del capital (tasa de interés). Dados estos cuatro dramas nacionales, asimetrías competitivas enormes, un industrial argentino no tiene forma de competir, por más esfuerzos adaptativos que haga. Abrir más la economía en estas condiciones, más que impulsarlo a desarrollar tecnología, es mandarlo al matadero, como en los años 90.
Las pre-condiciones obvias de una mayor apertura son:
- un tipo de cambio real (aunque sea un poco) más alto,
- una menor presión impositiva,
- una fuerte inversión estatal en infraestructura (Plan General Belgrano) y
- una fuerte baja en el costo del capital (tasa de interés).
Proclamar la apertura económica en estas condiciones, es decir, ser “liberal”, a lo macho, es algo muy parecido a ser suicida. Ya lo hicimos en los años 90. La cosa no anduvo. Los beneficios de la apertura económica están totalmente fundamentados en la experiencia histórica y en la literatura económica.
Pero tal apertura no debe ser “a lo Rambo”. ¿Por qué USA impone la Cuota Hilton?
Este camino es difícil pero perfectamente factible. Es el camino a transitar. Veo al gobierno consciente de esta problemática y bien encaminado en el mediano plazo en este sentido. Será un tema central en la agenda, sin dudas, cuando podamos cruzar el Rubicon del corto plazo