Alimentación 100% orgánica: ¿sueño o realidad?
Conforme han pasado los años (y especialmente en la última década), el mundo desarrollado se ha inclinado hacia una alimentación y estilo de vida más conscientes.
Los movimientos defensores del medio ambiente conjuntamente con los ya conocidos y comprobados riesgos que conlleva la ingesta sostenida de alimentos ultra-procesados industrialmente, han impulsado toda una “revolución mundial” en pos del bienestar medioambiental y la mejora de la calidad de vida de las personas. Y Argentina no es la excepción: según el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) hacia el año 2015 la cosecha de cultivos orgánicos aumentó un 10%, con especial hincapié en legumbres y hortalizas.
Aunque es un término súper nombrado hoy en día, es importante recordar su definición para tener en claro de qué se está hablando: según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO/ONU) la agricultura orgánica refiere a un método de cosecha que toma en cuenta las repercusiones ambientales y sociales y, respetando eso, elimina la utilización de insumos químicos como fertilizantes y plaguicidas sintéticos, aditivos, irradiación y semillas modificadas genéticamente.
Algunos de los beneficios de la ingesta de alimentos orgánicos son:
1. Están enriquecidos en vitaminas, minerales y antioxidantes que en los alimentos convencionales son perdidos en su proceso de elaboración y distribución.
2. Cuidan el medio ambiente y aseguran la calidad de los suelos a largo plazo.
3. Ayudan en tratamientos contra el cáncer.
4. Su calidad es superior a la del resto de los productos.
Precio, en la mira: canasta básica vs. canasta orgánica
Por ahora, la gran dificultad que se le presenta a la agricultura orgánica para lograr masificarse es el elevado precio de sus productos, comparado con el de sus equivalentes convencionales.
Oferta limitada, mayor cantidad de mano de obra por unidad de producción, cadenas de comercialización y distribución ineficientes y la imposibilidad de conformar economías de escala, son algunos de los motivos que se encuentran cuando se quiere explicar el porqué del encarecimiento de estos productos.
De esta manera, se puede decir que su consumo está reservado para unos “pocos” habitantes, pertenecientes a aquellos sectores de ingresos medios/elevados y elevados.
Tomando en cuenta los datos publicados por la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), en el mes de Junio de 2017 el costo de la Canasta Básica Alimentaria para un hogar compuesto por un matrimonio económicamente activo y dos hijos menores de la Ciudad de Buenos Aires fue de $5.714,9, mientras que el de la Canasta Básica Total para la misma ubicación fue de $13.361,4.
Los alimentos y cantidades que integran la Canasta Básica Alimentaria por INDEC están configurados para las necesidades energéticas de un hombre adulto, de entre 30 y 59 años, con actividad moderada y para un plazo de tiempo mensual.
Canasta básica de Alimentos del adulto equivalente (INDEC):

A modo de comparación, se presenta una lista de productos orgánicos certificados, pertenecientes a dos comercios argentinos dedicados a la producción, distribución y comercialización directa al público de este tipo de productos.
Esta “Canasta Orgánica” fue confeccionada tomando como referencia las necesidades calculadas por INDEC expuestas anteriormente, basadas en el consumo mensual de un adulto mayor. Cabe destacar la ausencia de algunos ítems de esta canasta, sea porque aún no tienen sustituto en versión orgánica o porque son de difícil obtención, puesto que la oferta de este tipo de producción no se caracteriza por ser homogénea. A continuación se presenta la composición de la “Canasta Orgánica”, para una unidad de adulto equivalente (adulto varón):

Conclusiones: ¿es viable o inviable?
Llegamos entonces a que el precio total mensual de una canasta de productos orgánicos para una unidad de adulto equivalente es de $5.460.89. Esta es la suma que un varón adulto requeriría por mes para alimentarse exclusivamente con productos orgánicos.
Un hogar de “tipo 2” está comprendido por un grupo familiar de cuatro miembros, compuesto por un varón de 35 años, una mujer de 31 años, un hijo de 5 años y una hija de 8 años. El adulto varón equivale a 1 unidad de adulto equivalente; su mujer equivale a 0.74 unidades de adulto equivalente; el hijo menor equivale a 0.63 unidades de adulto equivalente y la hija equivale a 0.72 unidades de adulto equivalente, de manera que la sumatoria de unidades en el hogar es de 3.09.
Por lo tanto, un hogar tipo, si quisiera consumir solamente este tipo de alimentos, tendría un gasto mensual en alimentos de $16.874,15, casi tres veces mayor al de la Canasta Básica de Alimentos.
Si bien son incuestionables las ventajas que los productos orgánicos tienen para las personas y para el medio ambiente, lamentablemente no todas las familias pueden destinar cada mes casi $17.000 solo para comprar alimentos. Porque a esos costos tenemos que añadir los gastos de transporte, vestimenta, vivienda y servicios básicos, entre otros, indispensables para la subsistencia.
En un país con un 32% de pobres, por el momento parecería que la alimentación 100% orgánica es un objetivo de muy largo plazo.